Una noche, a inicios del siglo pasado, un
personaje de ultratumba apareció en las calles de Riobamba. Quienes lo
miraron se quedaron mudos de espanto. Era un jinete sin cabeza. Todos
los habitantes de la ciudad se guardaban muy temprano para huir de la
mala visión, pero nunca faltan los valerosos que lograron descubrir lo
que escondía detrás del fantasma.
El 4 de febrero de 1797, un terremoto
destruyó gran parte de la zona central del Ecuador. Se cuenta que antes
del desastre se produjeron hechos misteriosos, como el que les contamos a
continuación.
En la plaza central de la villa de Riobamba
se levantaba la escultura de un niño tejedor (agualongo en quichua). Se
dice que un día antes del pavoroso terremoto, hacía un insoportable
calor, y muchos se concentraron en la plaza para descansar. En esos
momentos miraron asombrados cómo la escultura de piedra giraba sobre su
propio eje.
Los testigos regresaron a sus casas
profundamente contrariados, sin imaginar que al día siguiente Riobamba
desaparecería y que por eso, el Agualongo quiso verla por última vez.
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